“Dejar
este lugar sería una muerte social para nosotros”.
Argentina.- Desde que el gobierno provincial puso en marcha el plan “Mi
casa mi vida”, varios asentamientos informales están siendo trasladados a
una zona con elevados niveles de contaminación.
Desde que el Gobierno provincial puso en marcha el plan “Mi casa
mi vida”, comenzaron los traslados de las villas Mandrake, Guiñazú, Los
40 guasos, Vagones de Ferrocarril Mitre, y Villa La Maternidad a Ciudad
de mis sueños, a la altura del kilómetro 695 de la ruta 9 sur, próxima
al Barrio Ituzaingó Anexo. En esa zona, cabe recordar, actualmente está
siendo investigado por el elevado nivel de contaminación y la
proliferación de casos de cáncer allí detectados.
En Villa La Maternidad, de las 300 familias que inicialmente la
conformaban, la mayoría fue trasladada durante los días 15, 16 y 17 de
Junio del año pasado. En esa ocasión se llevó a cabo una ocupación
policíaco militar en la villa (con personal del ejército, guardia de
infantería, policía antimotines, antisecuestro y división de canes) con
el objetivo de derribar las casas que quedaban desocupadas. Pero 31
familias decidieron permanecer en ese lugar y resistir los desalojos.
Hugo Ovando (vendedor ambulante), Julio Averanga (mecánico reparador
de radiadores), Héctor Farragós y Abel Almirón (trabajadores de la
construcción), Miguel Angel Ramírez, su hija Gabriela Gómez y su hermana
Norma Navarro (que fabrican y venden alfajores), Heraldo Hilarión
Eslava (relojero y agricultor) y Ricardo Bustamante son vecinos de La
Maternidad que dialogaron con Desafíos Urbanos acerca de las presiones y
el clima de tensión constante en el que se encuentran desde que comenzó
este conflicto, en Octubre de 2003. Según sus relatos, en esa
oportunidad, las topadoras dañaron también partes de sus hogares y
muchos de ellos fueron intimidados por personal del gobierno para que
desocuparan definitivamente el territorio.
¿Cuáles son los motivos por los que no quieren o no se pueden ir de Villa La Maternidad?
Julio: Son varios los motivos, uno de ellos es el trabajo. En mi
caso, ya hace 34 años que vivo acá. He acondicionado mi casa a la altura
de mis necesidades, le fui adicionando piezas nuevas y tengo un
tallercito compacto y bien hecho al lado. Yo trabajo con el tema de
automotores, allá no hay muchos autos y creo que la ruta queda a 12
cuadras. Significa que yo ya no podría mantener más a mi familia y con
los 53 años que tengo no conseguiría trabajo en ningún lado.
Abel: También por problemas de enfermedad, nosotros acá estamos cerca
del Hospital Maternal provincial, el Hospital de niños, el San Roque y
el Rawson. A mi señora, por ejemplo, la operaron del corazón; estuvo 4
meses internada y si me hubiera ido a donde me querían llevar, no
hubiera tenido posibilidad alguna de llevarla al médico de urgencia,
como tuve que hacer cuatro o cinco veces.
Gabriela: Además porque dicen que es una zona contaminada. En nuestra
familia somos propensos al cáncer (mi mamá, mis tíos y mis abuelas
materna y paterna murieron de cáncer), no nos podemos arriesgar. Otra
razón es que nosotros acá tenemos todo para armar los alfajores y
después salir a venderlos a los negocios del centro.
Norma: Es cierto que había gente que vivía en casas muy precarias,
amontonados, que realmente no tenían nada y a quienes les convenía
aceptar. Pero los que tenían una casita como la nuestra ahora están
sufriendo.
Heraldo: Yo no me voy porque si me voy, se me estarían violando todos
los derechos: el derecho a elegir el lugar donde yo quiero vivir; el
derecho a la propiedad, artículo 17 de la Constitución Nacional; el
derecho de Usucapión, artículo 15 del Código civil y porque me considero
una persona, no un ser inferior como para que a unos absolutistas se
les ocurra llevarme sin consultarme primero.
Hugo: No nos vamos porque esto es nuestro, de los que vivimos acá.
Éstas eran tierras ociosas que estaban abandonadas, barrancas que
nosotros urbanizamos. Se puso la luz porque la gente que vive acá la
puso y para hacerlo necesitamos una inversión, tiempo y un montón de
cosas que no nos dio el gobierno, las pusimos los moradores de acá.
¿Con qué argumentos intentaban convencerlos de que se fueran?
Julio: Nos pusieron excusas de todo tipo. Nos decían que nos iban a
trasladar porque ésta era una zona inundable, por estar a la orilla del
río. Pero la verdad es que cuando llueve se inunda en la mayor parte de
Córdoba menos acá, aún teniendo el río al lado.
Hugo: En realidad esa es la base del programa de erradicación de villas, la liberación de las márgenes del río Suquía.
Julio: Otro argumento que usaron para sacarnos y acusarnos de
usurpadores, era que nosotros éramos tenedores precarios, eso significa
que nosotros al parecer tendríamos un acuerdo con el gobierno, como si
le hubiéramos firmado una especie de comodato, pero acá nadie le firmó
nunca nada.
Hugo: La demanda que nos hicieron decía que nosotros éramos
usurpadores pero como no nos podían acusar de una usurpación de cien
años, la excusa que pusieron fue que había una interversión del título,
que nosotros no somos dueños sino simples tenedores precarios. Pero para
que nosotros seamos tenedores precarios, tendríamos que haberle firmado
un contrato de tenencia precaria al gobierno y nadie tiene firmado
nada.
Eso fue una parte de todo el apriete que nos hizo el gobierno.
Empezaron a apretarnos con todo un estado policíaco militar. Para salir o
entrar había que mostrarle los documentos al policía que estaba
cuidando. Las calles estaban cortadas, estábamos sitiados por la
policía. Nosotros presentamos denuncias de usurpación, 44 casos de
usurpaciones, después viajamos a Buenos Aires y nos entrevistamos con el
Ministro del Interior Aníbal Fernández. Él nos dijo que iba a mandar un
fax para acá, que iba a hablar con el gobernador para parar los
desalojos. Nos vinimos con esa promesa porque se trataba de desalojos
ilegales y cuando llegamos, lo primero que hicieron fue ponernos 380
municiones de guerra.
Miguel: Ante eso, nosotros hicimos una denuncia federal, pedimos el
recurso de Hábeas Corpus con la Dra. María Elba Martínez y enseguida se
quedaron piolas, no dijeron nada más, porque existen registros para
saber de dónde se sacaron esas municiones. Así que a eso lo paralizaron
ellos mismos porque ellos nos pusieron esas cosas acá para asustarnos.
Hugo: Después, el 6 de octubre la policía entró a mi casa a las siete
de la mañana y me secuestraron a mis hijos. Decían que acá estaban en
situación de riesgo. Estuvieron desde ese día hasta el 28 de diciembre
en un Instituto provincial de estimulación temprana, donde los chicos
permanecen prácticamente presos. Hicimos veinte mil reclamos y cuando
nos llevaron a verlos para el día de la madre, el más chico no estaba
porque se había quemado. Nos dijeron que se les cayó un termo de agua
hirviendo arriba del nene, tenía todas las cicatrices. Ahí intervinieron
el Ministerio de Derechos Humanos de la Nación y un montón de ONGs.
Miguel: Esa era una manera más de intimidarnos, acá venían las
asistentes sociales y nos decían que nos iban a quitar a nuestros hijos
si no nos íbamos. Así las personas que tenían hijos chicos se asustaban y
aceptaban. Las asistentes sociales cuando visitan un lugar y ven que
hay pobreza, que no hay trabajo, lo primero que tienen que hacer es
conseguirle un trabajo al jefe de familia, o tratar al menos. Estas lo
único que querían era sacarnos de acá.
Hugo: Estuvieron trabajando desde ocho meses antes y a mí me
denunciaron por la situación de riesgo de los chicos el día en que yo
les dije que no me iba, el 17 de junio. Ahí te das cuenta de que fue una
denuncia totalmente política.
¿Qué efectos creen ustedes que tendría si aceptaran trasladarse a Ciudad de mis sueños?
(Respuesta unánime): Nefastos. Sería la muerte social para nosotros. No tenemos en la cabeza esa posibilidad.
Heraldo: Yo lo considero un gheto. Si yo aceptara irme, estaría en
decadencia, ya no sería más la persona que soy porque me estaría dejando
avasallar, me dejaría conducir, perdería parte de mi dignidad.
Héctor: Nosotros queremos la mejor calidad de vida que ellos
supuestamente dicen ofrecernos. Pero si realmente es así, que nos
compren una casa acá, cerca de esta zona, a la medida de nuestras
necesidades.
Hugo: Ni siquiera contemplan las diferentes situaciones familiares.
Hay gente que tiene 4 ó 5 hijos y les dan la misma casa que al que no
tiene hijos.
Miguel: Además, adonde te llevan te discriminan, porque la gente
“decente” empieza a cortar calles diciendo que por ahí no pueden pasar
los de la villa porque les roban todo. Lo único que falta es que nos
pongan un sello en la frente que diga “villeros”.
Julio: El gobierno ha cometido muchas torpezas desde que comenzó con
todo esto, la primera fue no haber hecho un estudio de impacto
socio-ambiental. Si se hubiese hecho un estudio así, no se habría
realizado el traslado de villas, porque hay una enorme cantidad de
negocios que se fundieron en la zona.
Hugo: Los comerciantes de acá están ahora muertos de hambre, les quitaron 300 familias que eran sus clientes.
Miguel: Un ejemplo es el carnicero de acá que tiene los clientes en
Ciudad de mis sueños y desde acá les tiene que llevar la carne para no
perderlos. Él intentó poner un local allá pero los locales estaban
reservados para los punteros.
¿Cómo creen ustedes que se podría haber resuelto el conflicto de otra manera, sin tener que pasar por la situación que vivieron?
(Otra respuesta compartida): Consensuando, consultando a la gente,
hablando con cada una de las personas sin presionar a nadie, respetando
los derechos de todos. Las personas que se hubieran ido, lo habrían
hecho por su voluntad.
Julio: La única forma que nos queda de actuar es consensuar
popularmente, que es lo que venimos haciendo con la Universidad, con las
Organizaciones No Gubernamentales, buscamos difundir lo que nos pasa
dándole información a todos los periodistas que se acercan.
¿Tuvieron oportunidad de hablar con la gente que aceptó ser trasladada? ¿En qué situación se encuentran ellos ahora?
Hugo: Muchos ahora se quieren volver. Han juntado cinco villas
miserias ahí y no hay policías suficientes. La policía dice: “mátense
entre ustedes, mientras se mantengan adentro del alambrado”. Porque está
todo cercado con alambre y hay una sola entrada y salida, es un campo
de concentración.
Héctor: A mi hijo, que tuvo que aceptar irse para allá porque lo
amenazaban de quitarle los hijos, lo quisieron asaltar y lo apuñalaron.
Miguel: Hasta la propia policía se siente insegura ahí. En cualquier
momento pone reja en todo el predio de la policía, están más atentos a
su defensa propia. Mucha gente quiere devolver la casa, quieren
venderla, alquilarla y mandarse a mudar.
Hugo: Lo que pasa también es que toda esa delincuencia es fomentada
por el gobierno, al no haber asistencia social, ni trabajo como dijeron
que iba a haber. El comedor que hay, funciona para mayores de setenta
años o menores de cinco, la gente que está entre esas edades también
tiene que comer, pero ahí están estigmatizados y no encuentran otra
salida que salir a robar. Ni siquiera hay una contención social
solidaria. Además los que aceptaron esas casas no son dueños tampoco.
Acá les decían que las iban a escriturar en dos años y es todo mentira,
son casas del Estado, prestadas. Se fueron con la figura de tenedores
precarios para seguir siendo tenedores precarios.
¿Por qué creen ustedes que aceptó irse esa gente?
Hugo: Muchos se fueron por las mentiras que nos decían. Nos decían
que íbamos a tener una casa nueva, que nuestras condiciones de vida iban
a mejorar, que iba a haber oportunidades de trabajo, que íbamos a tener
asistencia social, un predio deportivo, red cloacal. Nunca dijeron que
no iba a haber transporte directo, por ejemplo.
Julio: Había gente que se daba cuenta de que no iba a ser tan así y
los apretaban por otro lado. Les decían que si no se iban les iban a
pasar las topadoras, que no tenían ningún derecho legal. Mucho pasó
también por la ignorancia de la gente. Empezaron haciéndonos creer que o
nos íbamos o nos quedábamos en la calle o abajo del puente, nos
intimidaban con eso.
¿Cómo piensan que va a continuar todo este conflicto de ahora en adelante?
Julio: Nuestra situación en este momento es precaria, va a depender
de qué pasa con la gente, qué pasa con el gobierno, si va a haber cambio
de gobierno o no. A nosotros De la Sota nos dijo que íbamos a estar acá
hasta octubre, porque él en octubre va a saber si sigue o no en el
gobierno. Si lo reeligen, nos va a venir a echar enseguida. Estamos
postergados, nos están perjudicando, nosotros ahora queremos una
definición lo más urgente posible para no seguir atrasando nuestras
cosas.
Miguel: Lo que están haciendo ahora es dejarnos descansar y esperan
que nosotros nos confiemos mientras siguen sacando gente de otras
villas. El gobierno de De la Sota es una gran inmobiliaria con poder, te
quitan un terreno que vale 10.000 dólares y te lo cambian por otro que
vale 5 centavos. Están haciendo lo mismo que les hacían los españoles a
los indios, les daban un espejito y les quitaban la tierra. Pero este
gobierno no nos va a poder sacar, yo pienso seguir luchando, es una
obligación moral luchar.
Heraldo: Y pensamos seguir luchando por mucho tiempo más. La lucha es vida, no nos van a aplastar.
Nota: Mariela Zanazzi, esta nota fue publicada en la Revista Desafíos Urbanos del CECOPAL en el mes de junio del 2005 agradecemos a CECOPAL por el apoyo.
Fuente: http://www.hic-net.org/articles.php?pid=1746
Habitat International Coalition
Red global por los derechos al hábitat y a la justicia social
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